miércoles, 21 de octubre de 2015

Introducción a Psicopatologia











La psicopatología (del griego psyché, alma, patos, enfermedad, y logos, tratado o estudio), “La Psicopatología es el estudio sistemático y científico de la etiología, sintomatología y proceso de la conducta anormal”.
Lemos (2000)

“La Psicopatología es el estudio y tratamiento de las enfermedades mentales y constituye la base teórica de la psiquiatría”.
Simally (1969)

“La Psicopatología es la ciencia de la conducta desviada... Ciencia experimental cuyo objetivo es llegar a la formulación de principios y leyes generales que permitan explicar muchos y muy diversos tipos de alteración del comportamiento”.
Maher (1970)

Un trastorno mental es un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o una discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes. Una respuesta predecible o culturalmente aceptable ante un estrés usual o una pérdida, tal como la muerte de un ser querido, no constituye un trastorno mental. Un comportamiento socialmente anómalo (ya sea político, religioso o sexual) y los conflictos existentes principalmente entre el individuo y la sociedad, no son trastornos mentales salvo que la anomalía o el conflicto sean el resultado de una disfunción del individuo, como
las descritas anteriormente.


Clasificación de trastornos psicológico
Tradicionalmente, los modelos biológicos han diferenciado entre trastornos mentales orgánicos y trastornos mentales funcionales. Los primeros presentan unas causas físicas muy claras (como la corea de Huntington o la enfermedad de Alzheimer), mientras que para los trastornos funcionales todavía no se han encontrado indicios tan claros de alteraciones orgánicas cerebrales.



 Criterios de anormalidad
Se han propuesto criterios diferentes a modo de guía para determinar qué se
considera anormal o psicopatológico. Los más utilizados son los criterios estadísticos,
clínicos,sociales o interpersonales, subjetivos o intrapsíquicos y, finalmente,
biológicos. Cada uno de estos criterios es incapaz de abarcar por sí solo
toda la amplitud del binomio normalidad-anormalidad, ya que frecuentemente
sólo han enfatizado una de las dimensiones que lo forman, pero ninguno de éstos
de manera aislada es suficiente para definir la anormalidad.

1) Criterios estadísticos
Los criterios estadísticos definen la anormalidad psicológica a partir de dos
Supuestos: el supuesto de frecuencia y el supuesto de continuidad.


Teniendo en cuenta el primer supuesto, los criterios estadísticos presuponen
que las variables que definen psicológicamente a un individuo se distribuyen en
la población según una curva normal. Así pues, un individuo concreto respecto
a una característica se sitúa en un punto determinado de esta distribución, y
puede ser calificado como normal o anormal según si es muy frecuente esta posición
en la población general. De manera que anormal es lo poco frecuente. Sin
embargo, no podemos identificar esta anormalidad estadística con Psicopatología,
ya que lo infrecuente no siempre implica un carácter psicopatológico, como
hemos visto (por ejemplo, un cociente elevado de inteligencia, una elevada capacidad
para la composición musical, etc.)

Las matizaciones realizadas en el primer supuesto intentan ser corregidas con
el supuesto de continuidad. Según éste, todos los elementos constitutivos de las
Psicopatologías están presentes en la normalidad, pero en menor grado; es decir:
la Psicopatología representaría una exacerbación por exceso o por defecto
de una conducta, rasgo o característica presente en toda la población.

Por ejemplo,
las personas nos diferenciamos las unas de las otras por nuestro gusto por
el orden, la limpieza, etc., y hay personas más ordenadas que otras, pero todo
dentro de una normalidad que, sin embargo, llegado cierto punto ya pasa a ser
un hecho extraño, poco habitual, “patológico” (cuando la persona necesita lavarse
las manos continuamente hasta el punto de que se provoca problemas
dermatológicos y necesita esta acción continua gran parte de su tiempo diario,
por ejemplo



2) Criterios clínicos
Estos criterios tienen como punto de partida la evaluación del paciente y se
basan en la delimitación de conjuntos de síntomas que se identificarían con
trastornos o cuadros psicopatológicos. Los criterios clínicos, pues, definen la
conducta como anormal sobre la base de la presencia de síntomas.



3) Criterios sociales o interpersonales
La definición de anormalidad es una cuestión de normativa social: determinar
el carácter psicopatológico de una conducta, rasgo o actividad depende del
Consenso social en un momento y lugar dados.
A partir de estos dos criterios se incide en el peso que tienen las variables socioculturales
en la valoración de una conducta como anormal o normal.


Aquello que en un contexto histórico o cultural es
normal, se considera psicopatológico en otro contexto (por ejemplo, el abuso
de sustancias en nuestra cultura puede ser considerado un trastorno y en otras
culturas , una forma de contacto con divinidades

Una variante de estos criterios es la anormalidad como inadaptación al medio.
En este caso, la adecuación de un individuo particular al rol que socialmente
tiene asignado es el criterio principal para determinar la normalidad de su
comportamiento.

4) Criterios subjetivos o intrapsíquicos
Según estos criterios, el mismo individuo es quien mejor puede dictaminar
su situación o estado.

Una variante de estos criterios es el criterio alguedónico. Así, se define la
anormalidad según la presencia de sentimientos de sufrimiento, incomodidad
o malestar personales que a menudo se traduce en manifestaciones verbales y
de comportamiento, tales como quejas por la propia infelicidad, por la incapacidad
de afrontar un problema, etc.

Otro criterio subjetivo sería el de “petición de ayuda”. En este caso, conducta
anormal sería aquella que provoca que la persona solicite la intervención de un
profesional para que intervenga. Ni que decir tiene que éste es un criterio con
muy poca fundamentación científica.


5) Criterios biológicos
Estos criterios enfatizan la naturaleza biológica frente a la psicológica de las personas.
Para éstos, los diferentes trastornos psicopatológicos son fundamentalmente
expresión de alteraciones o disfunciones del funcionamiento de la estructura o
del proceso biológico que los sustenta. Sin embargo, son muchas las dificultades
existentes para aislar cuáles son estas alteraciones y qué las ha producido.
Asumir una etiología orgánica como explicación última y exclusiva de la Psicopatología
comportaría adoptar el término genérico enfermedad mental. Aunque
se descubriese una etiología orgánica para cada uno de los trastornos
psicopatológicos, eso no justificaría destacar la intervención de factores psicológicos
o sociales en la etiología misma o en su mantenimiento. Sin duda, en la
génesis de las manifestaciones psicopatológicas se reúnen factores biológicos,
psicológicos y sociales.


En resumen

• Los criterios estadísticos enfatizan que las conductas psicopatológicas difieren
de las normales desde el punto de vista cuantitativo, pero no desde
el cualitativo.

• Los criterios clínicos buscan el consenso para delimintar los diferentes
cuadros psicopatológicos según las manifestaciones clínicas.

• Los criterios sociales recuerdan la importancia de contextualizar la conducta
para determinar su carácter psicopatológico.

• La información aportada por la persona sobre ella misma, tanto si hay consciencia
o no de Psicopatología, es una fuente valiosa e imprescindible de información
para el psicopatología, según se deriva de los criterios subjetivos.

• Los criterios biológicos centran su atención en las alteraciones en las estructuras
y/o procesos biológicos de la conducta anormal
Sistemas de clasificación

Los dos sistemas de clasificación de los trastornos mentales más difundidos internacionalmente: la Clasificación Internacional de  las Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría.
¿Cómo se organiza la CIE-10?

1) Categorías diagnósticas principales
Las categorías diagnósticas se refieren a los diversos trastornos psicopatológicos
que se pueden presentar. Estas categorías diagnósticas aparecen agrupadas
en diferentes secciones según el parecido de sus síntomas.
Cada categoría diagnóstica está identificada con la letra F y un número de
dos dígitos. Las agrupaciones de trastornos o secciones que propone la CIE-10
son las siguientes:

F00-09 Trastornos mentales orgánicos
F10-19 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
sustancias psicotrópicas
F20-29 Esquizofrenia, trastorno esquizotípico y trastornos de ideas delirantes
F30-39 Trastornos del humor
F40-49 Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos
F50-59 Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas
y a factores somáticos
F60-69 Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto
F70-79 Retraso mental
F80-89 Trastornos del desarrollo psicológico
F90-98 Trastornos del comportamiento y de las emociones de inicio habitual
en la infancia y en la adolescencia

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSMV)
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, más conocido por
sus siglas en inglés DSM, es la clasificación oficial de los trastornos mentales
propuesta por la American Psychiatric Asociation (APA).
Hoy día es el sistema de clasificación más utilizado

Los sistemas de clasificación permiten tener un lenguaje en el cual los profesionales de salud mental puedan comunicarse fácilmente para referirse a los trastornos, además proporciona números con el cual se puede ubicar fácilmente a los trastornos entre los sistemas de clasificación  Ejemplo
300.23 (F40.10). Trastorno de ansiedad social (fobia social) (
(DSMV) (CIE 10)

En DSMV existen más de 300 trastornos Psicológicos
No todos los modelos Psicoterapéuticos usan Dsm  (Modelos Humanistas, etc )


Modelo biológico

Este modelo parte de una concepción médica de la Psicopatología: en la base
de las alteraciones psicopatológicas se encuentran anormalidades biológicas (de
tipo genético, bioquímico, neurológico, etc.).
Los trastornos mentales serían enfermedades sistémicas, es decir, enfermedades
causadas por el mal funcionamiento de un órgano. En concreto, la enfermedad
mental surge de la alteración del cerebro tanto si es una una alteración
estructural como si es funcional.

Desde este enfoque se otorga una gran importancia al estudio de la predisposición
genética a partir de determinados trastornos, aunque a menudo adopta
una perspectiva interaccionista que tiene en cuenta tanto la predisposición genética
como la incidencia de agentes patógenos externos.

Las teorías de este modelo presuponen que los factores biofísicos
tales como la anatomía y la bioquímica son los determinantes de la
psicopatología. Los síntomas reflejan la existencia de un defecto biológico.
La terapéutica indicada es emplear los agentes farmacológicos como
un medio para modificar la bioquímica y los umbrales fisiológicos; Psicocirugía como un medio para destruir el tejido patológico;
o bien la estimulación eléctrica  mediante  la Terapia electroconvulsiva para modificar patrones de organización
nerviosa.

Depresion origen Bioquimico
Bajo nivel de serotonina
Trastorno depresivo debido a otra afección medica


 4.2. Modelo psicodinámico

A este modelo le corresponde históricamente haber sido el primero en reconocer  la importancia de los factores psíquicos en la conducta, tanto normal como anormal, y en plantear una continuidad entre la normalidad y la patología.

Según este modelo, hay fuerzas internas e inconscientes que determinan la conducta; concretamente, conflictos psicológicos internos originan y mantienen el trastorno psicopatológico.

La consciencia sólo es el dato inmediato y primero del estudio de la mente y de la patología, y está fuertemente mediatizada por problemas y conflictos más significativos y complejos. Las personas no son conscientes ni de sus motivaciones, ni de sus conflictos y frustraciones más relevantes.

Este modelo está basado en la teoría de la represión. Se centra en los datos de los procesos inconscientes. El origen primario del trastorno procede de las ansiedades infantiles reprimidas y la secuencia progresiva de mecanismos defensivos que surgieron para proteger al individuo contra la repetición de estos sentimientos. La función del síntoma es mantener el equilibrio intrapsíquico.
.

El punto central de la teoría de personalidad de Freud sería precisamente la presencia de conflictos inconscientes entre los impulsos sexuales y agresivos de los individuos y el control que la sociedad
ejerce sobre ellos

Freud defiende que el desarrollo de la personalidad, íntimamente ligado al de la sexualidad por sus diferentes etapas, oral, anal, fálica, latencia y genital, está en la base de posibles conflictos posteriores



4.3. Modelo humanista

El modelo humanista plantea que cada persona tiene de forma innata un potencial
de crecimiento y actualización que constituye el motor de su conducta.
Cuando estas capacidades hacia la autorrealización y la autenticidad se ven bloqueadas
o distorsionadas –tanto si es por el excesivo uso de los mecanismos de
defensa, como por un estrés, etc.–, entonces se produce la patología.
Desde esta perspectiva se rechazan las clasificaciones e, implícitamente, no
se considera que el método científico sea el método natural de acercamiento a
la conducta anormal.
No realizar lo que quierer

Modelo conductual
El principio básico del enfoque conductual es que la conducta desequilibrada
ha sido aprendida; en concreto, consistiría en hábitos desadaptativos condicionados
(clásica o instrumentalmente) a ciertos estímulos. Por tanto, el interés
fundamental se centra en la conducta observable y medible, y no en procesos
inconscientes o biológicos.
Del mismo modo que el modelo psicodinámico, considera que existe continuidad
entre la conducta normal y la anormal, dado que ambas se aprenden según
las mismas leyes de aprendizaje y se configuran por nuestra experiencia
anterior.

Mowrer  condicionamiento y operante

Las teorías conductistas sobre la patología utilizan conceptos que
surgieron de la investigación experimental del aprendizaje. La patología
es la conducta aprendida que se desarrolla según las mismas leyes que
gobiernan el desarrollo de la conducta normal. La psicopatología se
considera como un patrón complicado de respuestas inadaptativas. El papel
del condicionamiento es de máxima importancia. La terapia se dirige
a determinar las conductas inadaptadas (síntomas manifiestos) que las
mantienen. Una vez que han sido identificadas, el terapeuta puede preparar
un programa de procedimientos “de aprendizaje” dirigidos de manera
específica a la eliminación de las respuestas inadaptadas y a la instauración
de otras más adaptativas.


 Modelo cognitivo
Se considera que los determinantes principales del comportamiento –normal
o anormal– son procesos cognitivos. La conducta desadaptada se puede estudiar
y entender en términos de cómo percibimos y pensamos las personas con respecto
al mundo, a otras personas y a nosotros mismos.
El procesamiento de la información toma un lugar relevante en el proceso
psicopatológico. Los desequilibrios en los procesos psicológicos son la causa, y
no el efecto, de la Psicopatología. Cada individuo desarrolla un estilo cognitivo
idiosincrático que determina la manera de percibirse a uno mismo y el mundo
físico y social que lo rodea. Cuando estas percepciones son distorsionadas e
irreales, probablemente la conducta será desadaptada.



Para el modelo Cognitivo, la enfermedad mental es fundamentalmente un
desorden del pensamiento, por el que el paciente distorsiona la realidad de un
modo particular. Estos procesos de pensamiento afectan de modo negativo
la forma que la persona tiene de ver el mundo y lo conducen a desarrollar
emociones disfuncionales y dificultades conductuales. La terapia congnitiva
pone el foco en el contenido ideacional envuelto en el síntoma. El terapeuta
cognitivo intenta familiarizarse con el contenido del pensamiento, los estilos
de pensamiento, los sentimientos, y las conductas de los pacientes con el fin de
comprender su interrelación.


El modelo sistémico Los conceptos que hacen referencia a este modelo están basados en la Pragmática de la Comunicación, en la Teoría General de Sistemas y en conceptos Cibernéticos. No se considera la patología como un conflicto del individuo, sino como “patología de la relación”. El punto de partida es el principio de que toda conducta es comunicación. La persona se encuentra inserta en un “sistema” siendo los miembros de ese sistema interdependientes. Por tanto, un cambio en un miembro afecta a todos los miembros del sistema. El síntoma tiene valor de conducta comunicativa; el síntoma es un fragmento de conducta que ejerce efectos profundos sobre todos los que rodean al paciente; el síntoma cumple la función de mantener en equilibrio el sistema.


Modelo biopsicosocial
De acuerdo con Labiano, este modelo se basa en el principio de que tanto la salud como la enfermedad están multideterminadas, es decir, que las causas que interactúan en los procesos saludables y patológicos son de diversa naturaleza y origen, pues intervienen tanto elementos de macroprocesos (tales como contexto social, ambiente físico, circunstancias socioeconómicas, factores climáticos, etc.) como otros de microprocesos (cambios bioquímicos, pensamientos, emociones, etc.).
Este modelo concibe a la salud como un proceso-estado que se alcanza cuando hay armonía biológica, psicológica y con el entorno socioambiental. Por el contrario, la enfermedad se presenta cuando hay un desequilibrio en dichas esferas. De acuerdo con este modelo, se requiere una perspectiva amplia e integrativa para comprender las alteraciones y elaborar un diagnóstico.

Ante la imposibilidad de establecer causas claras como pueden observarse en
disciplinas como la medicina, donde la presencia de un determinado germen
implica necesariamente la presencia de una infección, en Psicopatología se usan
conceptos como los que describiremos brevemente en la siguiente tabla.

1) Factores predisponentes. Serían aquellos aspectos que aumentarían la probabilidad
de que apareciese un trastorno. Por ejemplo, determinadas características
genéticas.
2) Factores precipitantes. Un factor precipitante provocaría, en un individuo
predispuesto, la presencia del trastorno. Por ejemplo, una situación de estrés extremo
en una persona emocionalmente vulnerable.
3) Factores mantenedores. Un factor mantenedor podría definirse como aquel
cuya presencia impide la remisión del trastorno. Por ejemplo, mantener a una
persona bajo una situación de presión continua.
4) Factor inhibidor. Sería aquel que impide la aparición de un trastorno. Por
ejemplo, unas determinadas características personales pueden “proteger” a un
sujeto ante una situación de estrés agudo que en otra persona acabaría provocando
la aparición de un trastorno


En el TDAH: ¿Cuáles son los trastornos comórbidos más frecuentes?
El término comorbilidad hace referencia a la presentación en un mismo individuo de dos o más enfermedades o trastornos distintos. Un estudio realizado en Suecia por el grupo de Kadesjo y Gillberg (2001)89 mostró que el 87% de niños que cumplían todos los criterios de TDAH tenían, por lo menos, un diagnóstico comórbido, y que el 67% cumplían los criterios para, por lo menos, dos trastornos comórbidos.
Entre las comorbilidades más frecuentes se encuentran el trastorno negativista desafiante, y los trastornos de aprendizaje, los trastornos por tics y los trastornos de ansiedad (Jensen et al., 1997;23 MTA, 1999;24 Barkley, 2006).15
En la Tabla 2 se muestran las comorbilidades más frecuentes en niños y adolescentes con TDAH.
Tabla 2. Comorbilidad con TDAH
Trastorno
Tasa aproximada en niños con TDAH
Trastornos de aprendizaje (trastorno de la lectura, del cálculo)
Entre el 8 y el 39% trastorno de la lectura, del 12 al 30% trastorno del cálculo15
Trastorno del desarrollo de la coordinación motora (TDCM) / retraso de la coordinación motora
El 47% cumplen criterios de TCDM/el 52% tienen retraso en la coordinación motora15
Trastornos del desarrollo del habla, trastornos expresivos (pragmáticos)
Hasta el 35% inicio tardío del habla/entre el 10- 54% dificultades expresivas, principalmente pragmáticas15
Trastornos generalizados de desarrollo*
Hasta el 26% de los niños con trastorno generalizado del desarrollo (TGD) pueden presentar TDAH tipo combinado15
Trastorno negativista desafiante
Entre el 40 y el 60%15;24
Trastorno disocial
14,3%24
Trastorno de tics/síndrome deTourette
10,9%24
Trastorno por abuso de sustancias
En la adolescencia el riesgo es 2–5 veces mayor que en controles normales, si hay comorbilidad con trastorno disocial15
Trastorno del estado de ánimo: depresión mayor/ trastorno bipolar
3,8%/2,2%24
Trastorno de ansiedad (angustia, fobia, obsesivo compulsivo, ansiedad generalizada, ansiedad de separación)
Entre el 25 y el 35%15;24
Trastorno del sueño
Entre el 30 y el 60%15



. El amplio espectro de enfoques que hoy engloba va desde la crítica en diferentes grados y dirigida a aspectos específicos, hasta el abierto y completo rechazo del modelo, la teoría y la práctica psiquiátrica convencional. La crítica apunta a la psiquiatría como ciencia, como área de la medicina y como sistema asistencial para las personas que sufren dolencias mentales.
De todas las especialidades de la medicina, la psiquiatría es la única que ha concitado la formación de un movimiento crítico muy estable. Por tener ya casi dos siglos de historia2 y reunir a autores de diversas disciplinas (medicina, psicología, pedagogía, antropología, sociología y hasta el psicoanálisis), la antipsiquiatría tiene un carácter de movimiento contracultural.


Básicamente se cuestiona que la psiquiatría use herramientas y conceptos médicos inadecuados, «medicalizando» problemas que son de índole social; que trate a los pacientes contra su voluntad, siendo demasiado dominante en comparación con otros enfoques; que esté comprometida por nexos económicos con las compañías farmacéuticas; y que utilice sistemas categoriales de diagnóstico que estigmatizan a las personas, entre ellos el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), o la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). Estas estigmatizaciones diagnósticas son rechazadas no solo por muchos «pacientes», que las ven lesivas para la propia estima e identidad, sino también por profesionales del área de la salud mental, aunque no todos ellos adhieran necesariamente a la antipsiquiatría.
El enfoque cuestiona fuertemente los términos de «enfermedad mental», «trastornos psicológicos» o «esquizofrenia», debido a que, según se plantea, catalogan y encasillan a las personas en el diagnóstico que se les otorgó y, en consecuencia, los diagnosticados tenderían a comportarse de acuerdo a esa descripción.
Para la psiquiatría, muchas enfermedades mentales, como la esquizofrenia son incurables y solo se pueden controlar, aliviando algunos de sus síntomas, mediante la administración de medicamentos. Por lo contrario, la antipsiquiatría critica radicalmente el concepto de «enfermedad mental» y sí pretende una «sanación» (en el sentido de una liberación de los síntomas y manifestaciones que bajo este concepto describe la semiología psiquiátrica) y para ello propone alternativamente una forma de terapia radical, de carácter psicosocial.

En este caso, con toda probabilidad, el tratamiento farmacológico de elección para el trastorno de ansiedad social será la paroxetina. La paroxetina resuelve el síntoma enmendando un supuesto déficit de serotonina. El déficit de serotonina parece una explicación científica para la enfermedad, pero  realmente tiene la misma validez que argumentar que si la aspirina me cura el dolor de cabeza, entonces mi dolor de cabeza se debe a la falta de aspirina. La psiquiatría biologicista trabaja desde una perspectiva enfocada al síntoma que termina convirtiéndose en una perspectiva enfocada al fármaco: cuando el fármaco funciona termina por confirmar el diagnóstico.









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